En 1961 la Confederación Bioquímica Argentina instituyó el Día del Bioquímico porque se recuerda el nacimiento del doctor Juan Antonio Sánchez, propulsor de la instauración de una profesión bioquímica con fuertes bases científicas y profesionales.
Esta ciencia se considera que surgió a partir del descubrimiento de la amilasa en 1893. De ahí la tremenda importancia que tuvo la creación en nuestro país del doctorado de Bioquímica y Farmacia en 1919.
Al menos un 70% de los diagnósticos realizados por la ciencia médica se basan en algún estudio de laboratorio, lo cual es una evidencia más que contundente de la importancia que reviste esta profesión en el campo de la salud.
Sin embargo, socialmente no existe un reconocimiento de la figura profesional del nivel que corresponde y que haga honor a sus amplísimas y relevantes incumbencias.
La actividad del bioquímico es fundamental en la prevención, el diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento de las enfermedades; pero también en la dirección técnica de laboratorios de: análisis clínicos, bromatológicos, toxicológicos, de química forense y legal, de bancos de sangre, de análisis ambientales y de elaboración y control de reactivos de diagnóstico, productos y materiales biomédicos; así como en la investigación y el desarrollo, y en otra notable serie de competencias para las que habilita el título.
Por todas estas razones, que resultan más que suficientes, creemos que hoy debe rescatarse la figura del bioquímico como profesional y brindar un merecido reconocimiento a su labor, el cual resulta fundamental en esta época de pandemia mundial que estamos atravesando.