El 26 de Marzo se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Cáncer de Cuello Uterino. Esta afección constituye en la actualidad, la principal causa de muerte ginecológica en Argentina.
La Fundación Huésped, a través de sus registros, informó cada día en nuestro país, se diagnostican 14 mujeres con cáncer de cuello de útero y otras 5 mueren por esta causa. Su incidencia es de 20 cada 100.000 habitantes con una tasa de mortalidad de 7 cada cien mil. En la actualidad, las provincias de Misiones y Formosa registran las tasas más altas.
El causante de la enfermedad es el Virus del Papiloma Humano (VPH o HPV), un virus de transmisión sexual. Se calcula que 8 de cada 10 personas sexualmente activas tuvo o tendrá contacto con algún tipo de VPH alguna vez en su vida. Aun cuando en la mayor parte de los casos el organismo controla la infección, pueden evolucionar a lesiones precancerosas o cáncer. Otros motivos como el inicio temprano de relaciones sexuales, la promiscuidad, el tabaquismo, bajo nivel socioeconómico, aumentan el riesgo de contraer cáncer de cuello de útero.
La prevención primaria está a nuestro alcance a través de la vacunación, muy efectiva en la disminución de la infección por HPV, y que se encuentra en el Calendario Nacional de Vacunación para niñas desde los 11 años de edad. La misma, desde hace algunos años, también se aplica en niños varones.
La prevención secundaria hace referencia a los métodos de detección precoz a través de controles ginecológicos regulares. El principal método de detección es el Papanicolau, que se aconseja realizar en los primeros años de iniciación sexual o a los 21 años en pacientes que aún no han tenido sexo.
Los métodos de detección encuentran lesiones provocadas por el virus y que pueden ser precursoras del cáncer de cuello uterino. Estas lesiones pueden involucionar y curarse solas en pacientes jóvenes pero no así en mayores de treinta años. La mayoría de las lesiones precancerosas no suelen dar síntomas, sin embargo, no se debería dejar de consultar al médico frente a las siguientes manifestaciones:
– Sangrado vaginal fuera del ciclo menstrual.
– Flujo vaginal sanguinolento.
– Dolor y/o sangrado con las relaciones sexuales.
– Dolor pélvico.
A través de datos estadísticos, se estableció que si bien todas las personas pueden contraer la enfermedad, esta afecta principalmente a mujeres de bajos recursos, con deficiente nivel educativo, inicio de relaciones sexuales precoces, altos índices de maternidad adolescente y dificultades de acceso al sistema de salud. En función de esta información podemos concluir que la mejor herramienta para la prevención consiste en la educación, a través de la promoción de la enfermedad, sus causas, consecuencias y cuidados. La importancia del correcto empleo del preservativo es fundamental, al mismo tiempo que la educación sexual desde la infancia, en virtud del tiempo cada vez menor en que los chicos se inician sexualmente.