En el 2004, la World Lupus Federation, con representantes de 13 países, declaró al 10 de mayo como el Día Internacional del Lupus. El objetivo principal de la designación fue lograr una mayor difusión de esta enfermedad y que los gobiernos de los diferentes países otorguen un mayor apoyo económico que promueva la investigación del lupus y la mejora de los servicios a las personas con esta enfermedad.
Esta enfermedad se encuentra dentro de la categoría de las autoinmunes. Esto quiere decir que los linfocitos (glóbulos blancos) de una persona, responsables de la defensa del organismo frente a la entrada de patógenos, son capaces de reaccionar en contra de estructuras propias del cuerpo como puede ser la piel, articulaciones u órganos internos. Como consecuencia su tratamiento resulta dificultoso y no presenta cura.
Su nombre se debe a que el síntoma característico de la enfermedad son manchas moradas en la piel, las cuales en la antigüedad eran confundidas con mordeduras de lobos (del latín lupus).
Al ser una enfermedad autoinmune, no existe un factor específico determinante, sino que se considera que es provocada por un conjunto de elementos. Entre ellos se piensa que existe un componente genético que establece una predisposición a desarrollarla, aunque no se trate de una enfermedad hereditaria. Las estadísticas marcan que nueve de cada 10 personas con lupus son de sexo femenino por lo que se considera que los estrógenos tienen influencia en el desarrollo de la enfermedad. A su vez existen factores exógenos que predisponen a su aparición como son la exposición al sol o radiación UV y algunos agentes infecciosos (virus).
Un paciente con Lupus puede presentar altibajos en la enfermedad. Aun cuando no posee cura y se considera crónica, la enfermedad puede “desaparecer” por períodos de tiempo hasta que algún factor desencadenante vuelva a despertarla, entre ellos el estrés o trabajo intenso.
Su detención resulta bastante complicada en sus primeras etapas debido a que los síntomas aparecen y desaparecen o pueden ser confundidos con otras patologías. Por esta razón, existe una importante necesidad de facilitar una educación terapéutica de alta calidad a los pacientes de lupus y a la sociedad en general para mejorar el diagnóstico y la adherencia al tratamiento.